Hola, hermano,
¿cómo andas?
Cuéntame de
Barlovento
que como
hojas de mango
cayeron a mi piso
los recuerdos.
Háblame de ese
viento
que menea el calor
como una hamaca
háblame de ese verde
omnipresente
que chispea
como fondo
los paisajes
Háblame del olor
a remojado
de los cacaotales
que no me gustaba
hasta que entendí
que era el aroma
recién nacido
del chocolate.
Y échame un cuento
de su gente
de los que están
allí
y acá y acullá
de sus caras lindas
de su sangre ardiente
de su música
de su poesía
de sus dilemas
y sus miserias
pues yo nunca
olvidaré
que su amabilidad
era mayor a
sus problemas.
¡Qué recuerdos con
mi padre
y su comercio!
Y los besos de coco
los pasatiempos
y el mundo se
detenía
por un momento
Ya ahora veo a
Barlovento
tan lejano
pero aún lo espero
espero unir mi
pie
al de esa tierra
para que conversemos.
De todas maneras
yo también soy
Barlovento
porque lo llevo en mí
porque en mi cara
lo encierro.
Y siempre vive
en mí
ese pensamiento
ese follaje
ese perfume
ese cuerpo.
Hablemos del
Barlovento
que todos somos
y tenemos.
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